Índice:
Prólogo, de Rosa Piquín Cancio
Introducción
La Visitación. La acogida
Se puso en camino
A la montaña
Entró en casa
Y saludó
Isabel
Se llenó del Espíritu Santo
¿Venga a visitarme?
Mi alma
Volvió a su casa
El buen samaritano. Ética y moral
I care
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Un hombre
Bajaba de Jerusalén a Jericó
Y cayó en manos de unos salteadores
Al ver al hombre se desvió y pasó de largo
Un samaritano se le acercó
Y lo cuidó
Haz tú lo mismo
Calenzano y Barbiana
Un padre tenía dos hijos. Dos lobos en mí
«Yo, señor de Milany»
Un padre
Tenía dos hijos
Se marchó a un país lejano
Derrochó su fortuna
Y se fue a casa de su padre
Su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas
Su hijo mayor
Cuando vino y se acercó a la casa
Tenemos que alegrarnos y festejarlo
«Id a buscar el tronco»
El ciego. La belleza
Al borde del camino
Al instante
El ciego recobró la vista
Y seguía Jesús glorificando a Dios
También todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios
Zaqueo. Autoconocimiento y autoestima
Elisabeth Eidenbenz y la Maternidad de Elna
Era pequeño de estatura
Levantó los ojos
Una invitación
Autoconocimiento. Autoestima
Tomar conciencia de uno mismo
Aprender
Antes. Durante. Después
Quizá haya que renovar criterios
Autoestima: una vida con sentido
Autocontrol
Educarnos
Mirada, escucha, palabra
Emociones
Un sentido a la vida
El otro y yo somos multitud
¿Y si vamos más allá, más adentro?
Le devolveré
Se puso de pie
Hoy
Pasión y muerte de Jesús. Pasión y muerte del ser humano
Fue en Puente Bulnes
Acordaron dar dinero a Judas
Era de noche
Aparta de mí este cáliz
¿Atacamos con la espada?
El Señor, volviéndose, miró a Pedro
Lo condujeron ante el tribunal
¿Barrabás o Jesús?
Y lo mandó azotar
¡Aquí tenéis al hombre!
No tenemos más rey que el César
Se lo entregó para que lo crucificaran
Llevando a hombros su propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado de la Calavera
Echaron mano de un cierto Simón de Cirene y le cargaron la cruz
Mujeres de Jerusalén
No lloréis por mí
Llorad por vosotras y por vuestros hijos
Cuando los soldados crucificaron a Jesús
Tomaron la túnica
Padre, perdónalos
Se burlaban de él
Este no ha hecho nada malo
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Tengo sed
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu
Se mantenían a distancia, viendo todo esto
Jesús en brazos de su madre
Lo colocó en un sepulcro
Las mujeres prepararon aceites aromáticos y perfumes
La noche antes de ser llevado a la muerte
Emaús. Ensayo de Pregón pascual
Francesc Barrachina Canellas
Iban caminando a una aldea llamada Emaús
Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos
El caso de Jesús de Nazaret
Nosotros esperábamos
Algunas mujeres
¿No era necesario que el Mesías padeciera esto?
¡Quédate con nosotros!
Él desapareció
Jerusalén
Epílogo